Contexto histórico
La vida de Nietzsche abarca la segunda mitad del siglo XIX, un período muy agitado en el que se cruzan diversos movimientos políticos, sociales y económicos, como lo son la industrialización, un nuevo capitalismo, la corriente nacionalista y liberal, y el movimiento obrero. Es también un siglo de enfrentamientos entre tendencias opuestas que darán lugar a guerras y revoluciones sociales. Se trata de una época en la que los ideales de la Ilustración empiezan a derrumbarse, siendo Nietzsche uno de sus mayores críticos.
Alemania está inmersa en un proceso que va desde su nacimiento como Estado hasta su transformación en un Imperio.
En 1815, con la derrota de Napoleón, los príncipes alemanes crearon la Confederación Germánica, con una política exterior común.
Paralelamente, se va introduciendo en Alemania la democracia y se consolida la segunda Revolución Industrial en Alemania. Todo ello terminará por situar a Alemania como la primera potencia económica del momento.
La cara negativa de este proceso la representan las condiciones laborales del proletariado de la época. Su situación estimulará la aparición del movimiento obrero.
Contexto cultural
Culturalmente, el siglo XIX destaca por sus innovaciones. La ciencia aporta descubrimientos fundamentales como la vacuna de Pasteur, la teoría de la evolución de Darwin, las leyes de la genética de Mendel o el nacimiento de la psicología como ciencia con Wundt. También se alcanzan grandes logros con inventos como el telégrafo (Marconi), el automóvil o la lámpara eléctrica (Edison).
Por otra parte, en música destacan grandes figuras como Wagner. En pintura surgen el realismo, el naturalismo, el impresionismo (Van Gogh, Sorolla, Manet...) y el expresionismo. En literatura encontramos diversos movimientos: romanticismo, realismo, naturalismo...
Contexto filosófico
Por lo que se refiere al contexto filosófico, el siglo XIX está marcado por la aparición de corrientes opuestas. La Ilustración alemana (siglo XVIII), y en especial su gran pensador Kant, dio paso al romanticismo y al idealismo de Fichte, Schelling y Hegel. Con la muerte de este último se produce un giro del idealismo hacia el materialismo con la izquierda hegeliana (Feuerbach). Ya en la segunda mitad del siglo XIX, nos encontramos con diversas corrientes que comparten el escenario con Nietzsche: el positivismo de A. Comte, que subraya el papel sociológico de la filosofía, el socialismo científico de Marx y Engels (que hace derivar las ideas de la estructura económica), el historicismo de Dilthey y el “vitalismo” (inspirado en Schopenhauer). Pero quienes terminarían por socavar los pilares del pensamiento occidental serían los “maestros de la sospecha”: Freud, Marx y Nietzsche.
Finalmente, el pensamiento de Nietzsche se nutre de varias fuentes, diferentes entre sí. En primer lugar, la primera influencia la constituye la filosofía griega, de la cual hizo una reinterpretación muy peculiar, en la que la tensión entre lo “apolíneo” y lo “dionisíaco” era un reflejo del carácter contradictorio de la vida.
En segundo lugar, el pensamiento de Nietzsche deriva de Schopenhauer. Nietzsche le da la vuelta al pesimismo para pasar a una consideración más optimista y vital, y prueba de ello es su concepción de la “voluntad de poder”.
En último lugar, recibe cierta influencia del pensamiento evolucionista de Darwin, en especial de sus nociones de “lucha por la vida” y de la “selección natural”.